Artículo publicado por Jorge G. Castañeda
en Periódico Reforma
20 Ago. 08
La semana pasada se difundieron los resultados del Examen Nacional de Habilidades y Competencias Docentes. De los 71 mil maestros examinados sólo 32 por ciento aprobó: casi 70 por ciento no. Se concursaron poco más de 8 mil plazas, de las cuales 2 mil 800 estaban reservadas para egresados de las normales, mientras 5 mil 392 fueron para maestros en activo por honorarios y/o por horas. Entre otras cosas estos números dicen que: seguirán dando clases en este ciclo 10 mil maestros que reprobaron; entraron 2 mil maestros nuevos, evaluados y aprobados; y a este ritmo tardaría poco más de medio siglo en transformarse la preparación de los maestros de educación básica. Aunque el ritmo puede ser un poco más intenso: según estimaciones extraoficiales se espera que a partir del 2009 se incorporen al año unos 40 mil maestros evaluados y aprobados.
Debe reconocerse la audacia de la dirección del SNTE en aceptar un blind date de esta naturaleza. Decidió ir a un examen al cuarto para las doce, para cumplir con un compromiso y poder afirmar que por lo menos un pequeño número de profesores en este ciclo escolar habrían pasado por la prueba de marras. Ésta es una pequeña parte de la magnitud del reto educativo. En una presentación elocuente, perspicaz y desoladora al gurú de la tecnología de la información, Nicolás Negroponte, hace unas semanas, un alto funcionario de la SEP resumió con precisión las dimensiones del desafío: si se llegaran a concursar las 40 mil plazas al año, el país tardaría un cuarto de siglo en renovar a sus maestros. El rezago para entonces será difícil de recuperar.
Así, se necesita transformar la educación del país con los maestros de hoy, no con los que habrá a lo largo de 25 años. Estos maestros fueron formados bajo el esquema educativo de los años sesenta cuando la prioridad era alfabetizar una matrícula que crecía a tasas explosivas -casi 4 por ciento anual: los métodos de enseñanza, las costumbres docentes, su formación y la misión que se les encomendó no pueden ser transformadas en un breve plazo. De ahí el tercer apartado de la exposición de este joven funcionario talentoso, a saber: hay que cambiar los entregables que se ofrecen a los niños pero con los mismos maestros y con los mismos métodos educativos, ya que ni podemos cambiar de maestros ni realmente de métodos educativos porque, como todo ser humano, los maestros mexicanos perseveran, como diría Spinoza, en su ser natural: siguen haciendo lo que saben hacer.
A las conclusiones a las que otros, como Rubén Aguilar en El Financiero de ayer, han llegado conviene agregar una al catálogo de cosas que hacer. Y tal vez sea la más importante en vista de este panorama realista y desalentador. Se trata del empoderamiento (me resigno a usar el neologismo) del niño y su familia. De ahí la pertinencia del proyecto OLPC (One Laptop Per Child) del propio Negroponte, el cual un pequeño grupo de mexicanos nos hemos dedicado a promover desde hace un tiempo. Desde hace unos 10 años el MIT Media Lab se abocó a construir una laptop que costara 100 dólares, dotada de lo necesario para asegurar conectividad y accesibilidad para niños de primaria, es decir, de 6 a 12 años en los países pobres del mundo. Y se logró gracias a donativos de muchas empresas internacionales (incluyendo las del ingeniero Slim).
Finalmente la XO empezó a fabricarse a finales de 2007, pero a un costo superior: colocarla en manos de un niño cuesta alrededor de 200 dólares. En América Latina los gobiernos peruano y uruguayo ya lanzaron a gran escala el proceso de compra, capacitación, entrega a niños; en México las cosas se encuentran medio estancadas. En aras de "full disclosure" conviene mencionar que existe otra máquina fabricada por la mega empresa Intel que "compite" con la XO. En varios países gracias a las prácticas y mañas propias de las empresas, a diferencia de las non profit como OLPC, ha podido ganarle espacios al proyecto de Negroponte.
OLPC tiene principios básicos: Saturación (cada niño tiene una XO en propiedad: todos los de un salón, una escuela, colonia o localidad: es una vacuna contra la brecha digital). Edades tempranas (es para niños de primaria que no necesitan saber leer y escribir para usarla y su manejo no se limita a la escuela, sino que se extiende a la casa en donde se usa más intensivamente). Conectividad (está diseñada para crear un ambiente de red inalámbrico: una se conecta a otras y cuando hay internet, una puede dar señal a otras. Los niños crean sus redes en el barrio, etcétera). Software libre (a través de sistemas innovadores cada niño aprende y enseña. Permite el trabajo en colaboración y promueve el Wiki: la transformación de materiales y métodos por los usuarios: los niños). Es filantropía, no negocio: se paga lo necesario para producir y colocar una XO en manos de cada niño y profesor, sin utilidad alguna. Se pagan sólo los costos para que el proyecto siga funcionando.
Los promotores de manera totalmente pro bono como Rodrigo Arboleda y un servidor en América Latina y Manuel Rodríguez en México no percibimos remuneración, comisión o success fee alguno (más aún, nos cuesta). No tendría nada de malo cabildear este proyecto, pero no es el caso.
No vamos a transformar la educación en México sin los maestros, sin su capacitación, evaluación y mejoramiento de sus salarios y el respeto de la sociedad. Pero en vista de las consideraciones anteriores, tampoco lo lograremos sin empoderar educativamente a los niños. La XO permite hacerlo al darles por 200 dólares a cada uno un útil escolar que les da acceso a la tecnología más moderna para aprender a aprender, al universo de internet, e incluso como lo captó con perspicacia la dirección del SNTE, a la inclusión del libro de texto gratuito en la pantalla: un esquema amigable, verde y moderno. Por todo ello, estamos en esto.
20 Ago. 08
La semana pasada se difundieron los resultados del Examen Nacional de Habilidades y Competencias Docentes. De los 71 mil maestros examinados sólo 32 por ciento aprobó: casi 70 por ciento no. Se concursaron poco más de 8 mil plazas, de las cuales 2 mil 800 estaban reservadas para egresados de las normales, mientras 5 mil 392 fueron para maestros en activo por honorarios y/o por horas. Entre otras cosas estos números dicen que: seguirán dando clases en este ciclo 10 mil maestros que reprobaron; entraron 2 mil maestros nuevos, evaluados y aprobados; y a este ritmo tardaría poco más de medio siglo en transformarse la preparación de los maestros de educación básica. Aunque el ritmo puede ser un poco más intenso: según estimaciones extraoficiales se espera que a partir del 2009 se incorporen al año unos 40 mil maestros evaluados y aprobados.
Debe reconocerse la audacia de la dirección del SNTE en aceptar un blind date de esta naturaleza. Decidió ir a un examen al cuarto para las doce, para cumplir con un compromiso y poder afirmar que por lo menos un pequeño número de profesores en este ciclo escolar habrían pasado por la prueba de marras. Ésta es una pequeña parte de la magnitud del reto educativo. En una presentación elocuente, perspicaz y desoladora al gurú de la tecnología de la información, Nicolás Negroponte, hace unas semanas, un alto funcionario de la SEP resumió con precisión las dimensiones del desafío: si se llegaran a concursar las 40 mil plazas al año, el país tardaría un cuarto de siglo en renovar a sus maestros. El rezago para entonces será difícil de recuperar.
Así, se necesita transformar la educación del país con los maestros de hoy, no con los que habrá a lo largo de 25 años. Estos maestros fueron formados bajo el esquema educativo de los años sesenta cuando la prioridad era alfabetizar una matrícula que crecía a tasas explosivas -casi 4 por ciento anual: los métodos de enseñanza, las costumbres docentes, su formación y la misión que se les encomendó no pueden ser transformadas en un breve plazo. De ahí el tercer apartado de la exposición de este joven funcionario talentoso, a saber: hay que cambiar los entregables que se ofrecen a los niños pero con los mismos maestros y con los mismos métodos educativos, ya que ni podemos cambiar de maestros ni realmente de métodos educativos porque, como todo ser humano, los maestros mexicanos perseveran, como diría Spinoza, en su ser natural: siguen haciendo lo que saben hacer.
A las conclusiones a las que otros, como Rubén Aguilar en El Financiero de ayer, han llegado conviene agregar una al catálogo de cosas que hacer. Y tal vez sea la más importante en vista de este panorama realista y desalentador. Se trata del empoderamiento (me resigno a usar el neologismo) del niño y su familia. De ahí la pertinencia del proyecto OLPC (One Laptop Per Child) del propio Negroponte, el cual un pequeño grupo de mexicanos nos hemos dedicado a promover desde hace un tiempo. Desde hace unos 10 años el MIT Media Lab se abocó a construir una laptop que costara 100 dólares, dotada de lo necesario para asegurar conectividad y accesibilidad para niños de primaria, es decir, de 6 a 12 años en los países pobres del mundo. Y se logró gracias a donativos de muchas empresas internacionales (incluyendo las del ingeniero Slim).
Finalmente la XO empezó a fabricarse a finales de 2007, pero a un costo superior: colocarla en manos de un niño cuesta alrededor de 200 dólares. En América Latina los gobiernos peruano y uruguayo ya lanzaron a gran escala el proceso de compra, capacitación, entrega a niños; en México las cosas se encuentran medio estancadas. En aras de "full disclosure" conviene mencionar que existe otra máquina fabricada por la mega empresa Intel que "compite" con la XO. En varios países gracias a las prácticas y mañas propias de las empresas, a diferencia de las non profit como OLPC, ha podido ganarle espacios al proyecto de Negroponte.
OLPC tiene principios básicos: Saturación (cada niño tiene una XO en propiedad: todos los de un salón, una escuela, colonia o localidad: es una vacuna contra la brecha digital). Edades tempranas (es para niños de primaria que no necesitan saber leer y escribir para usarla y su manejo no se limita a la escuela, sino que se extiende a la casa en donde se usa más intensivamente). Conectividad (está diseñada para crear un ambiente de red inalámbrico: una se conecta a otras y cuando hay internet, una puede dar señal a otras. Los niños crean sus redes en el barrio, etcétera). Software libre (a través de sistemas innovadores cada niño aprende y enseña. Permite el trabajo en colaboración y promueve el Wiki: la transformación de materiales y métodos por los usuarios: los niños). Es filantropía, no negocio: se paga lo necesario para producir y colocar una XO en manos de cada niño y profesor, sin utilidad alguna. Se pagan sólo los costos para que el proyecto siga funcionando.
Los promotores de manera totalmente pro bono como Rodrigo Arboleda y un servidor en América Latina y Manuel Rodríguez en México no percibimos remuneración, comisión o success fee alguno (más aún, nos cuesta). No tendría nada de malo cabildear este proyecto, pero no es el caso.
No vamos a transformar la educación en México sin los maestros, sin su capacitación, evaluación y mejoramiento de sus salarios y el respeto de la sociedad. Pero en vista de las consideraciones anteriores, tampoco lo lograremos sin empoderar educativamente a los niños. La XO permite hacerlo al darles por 200 dólares a cada uno un útil escolar que les da acceso a la tecnología más moderna para aprender a aprender, al universo de internet, e incluso como lo captó con perspicacia la dirección del SNTE, a la inclusión del libro de texto gratuito en la pantalla: un esquema amigable, verde y moderno. Por todo ello, estamos en esto.